De los cuerpos y su relativismo

Gloria Fiallo inicia su trabajo artístico desde la arquitectura, la cual realiza en la ciudad de Santa Fe de Bogotá. Los primeros pasos formativos se dan dentro de su carrera, se interesa en el dibujo arquitectónico, en el diseño; toma cursos electivos en fotografía, dibujo anatómico, dibujo técnico, serigrafía. Terminada su carrera, ya en Caracas desarrolla proyectos urbanos -hoteles, fabricas, casas- con un énfasis funcionalista y un diseño de volúmenes que se adaptan al hábitat; planteamiento que incorpora su concepción de que la arquitectura implica un concepto estético y de que –como ella expresa-, toda arquitectura es una escultura viviente. La arquitectura es el vínculo y puente para realización creativa.

En Caracas, hace dibujo académico en el taller del artista Pedro Centeno Vallenilla, con quien logra una estrecha relación de maestro-discípulo hasta la muerte de aquel. Estudia dibujo y grabado en la Escuela de Artes Plásticas de Caracas, teniendo como maestros, entre otros, a Roberto Gonzales y a Oswaldo Verenzuela, quienes dejan una marcada huella de enseñanza artístico-filosófica y técnica. Desarrolla luego, durante dos años proyectos libres con El artista Aníbal Ortizpozo.

Los proyectos implican una gama de experimentos innovativos en el arte permitiendo que los participantes afloren su capacidad creativa. Al mismo tiempo participa en el Taller Huella, donde profundiza sus conocimientos sobre grabado con Corina Briceño y Malina Gallac. En Florencia Italia realiza estudios de pintura, culminando con ello un proceso de una diversa gama de alternativas que posibilitan un desenvolvimiento creativo fructífero.

En el curso de su producción artística se observan varios niveles de trabajo: en primer lugar, en los inicios realiza un dibujo, de carácter riguroso, académico del cuerpo humano, que respeta el sistema anatómico con la mayor fidelidad; producto de su experiencia con el maestro Pedro centeno, quien le inculca en énfasis y el seguimiento de la transcripción anatómica. Del estudio con modelos en vivo, en el taller de Centeno, surge esa necesidad de apresar visualmente los milimétricos detalles del cuerpo y sus cambiantes volumetrías. Pedro Centeno deja al país esta “escuela” particular de discípulos, magistrales dibujantes del cuerpo, que despliegan una sofisticación técnica ejemplar, una labor que pasa inadvertida en el medio, aun cuando cada vez se detectan mas artistas que muestran una minuciosidad elaborativa y una destreza transcriptiva en este género. Esta etapa de Fiallo es la de un dibujo de la figura de cuerpos proporcionados y perfectos, que constituirá, la constante fundamental de su obra, base de todo el trabajo posterior. Continuará luego hacia el grabado académico –litografía. Xilografía, grabado sobre metal- respetando las modalidades y técnicas tradicionales. Pasará posteriormente a hacer colografía, una técnica singular en el área del grabado, que permite la adición a la plancha de cartón, de elementos de lo más diversos, tales como, hojas de árboles, clips de oficina, colillas de cigarrillos, trapos etc., que después de ser encolados al cartón y entintados, son pasados por la prensa grafica, dejando impreso sobre el papel, la imagen de éstos, en efectos novedosos e insólitos. La colografía permite una libertad expresiva infinita al dejar paso libre al uso de cualquier tipo de objetos o materias escogidas por la artista, que dejan su extraña impronta en el papel grabado, y crean un universo particular de imágenes que se mezclan al dibujo, la mancha o las líneas, tradicionales de este trabajo. Esta técnica inserta un elemento mágico e incontestablemente original a la obra grafica; da lugar a un variado cúmulo de formas inverosímiles al permitirle al creador incluir perfiles precisos del mundo cotidiano.

La colografía constituye para Fiallo uno de los ejes principales de su trabajo. En una de sus primeras experiencias, recorto un blue jean en forma de short, lo pego al cartón que sirvió de plancha, luego lo entinto, barnizo e imprimió en la prensa como si fuera un grabado tradicional; el resultado fue un logro plástico-formal de grietas y volúmenes visuales, la forma tangible del blue jean impreso. Es la idea de lo real en lo irreal, de la imagen táctil y del simulacro; una imagen dibujistica que destaca la crudeza de sus detalles, su hiperrealidad, sin diseño manual. La huella precisa del textil, su textura minuciosa, induce a Fiallo el camino a seguir: el logro visual de las propiedades de la materia. Realiza obras colográficas donde agrega mallas de frutas, trapos, cabellos, pieles de animales, encajes de vestidos, encajes de tortas, medias de nylon, etc.; busca pronunciar el relieve virtual, la superficie corrugada, la protuberancia visual que derivan de la presión de la plancha sobre material adicionado a la plancha. En ese momento la artista estudia a Tapies y los impactos visuales de su materia pura sobre la limpidez de la tela. La obra deviene un conjunto visual de una densa saturación visual. El entremezclamiento de imágenes inviste a la obra de polisentidos, la impregna de un recargamiento barroco, de una hipertextualidad, que aparecerá luego en su obra pictórica.

Esta técnica se transforma en una obsesiva manera de trabajar; se adicionan otros tipos de elementos: retazos de papel tapiz, papel de regalo, manteles de fiesta, que son previa e intencionalmente rasgados para luego encolados a la plancha, superponiéndose unos a otros en capas. La plancha se transforma en un grueso aglomerado de papeles mixtos superpuestos y entintados, construidos a base del “collage”; se destacaran figuras humanas planas en cuyo interior está el amalgamado de papeles encolados, la materia bruta de las capas superpuestas y cuyos límites exteriores son contornos precisos con una línea dibujistica que define claramente sus bordes.

En la tercera etapa aparece la pintura, que realiza hasta la actualidad como forma expresiva fundamental. Paralelamente, desarrolla proyectos en escultura de bulto, estrictos derivados tridimensionalmente de su pintura y que concibe como instalaciones que se conjugan globalmente con el trabajo pictórico.

LA PINTURA -PIEL DE LA OBRA-

La obra pictórica nace del experimento de mezclas y de encuentros innovativos con la colografía que se utiliza pocas veces debido a su fragilidad pasa a ser intervenida. Agregando nuevos papeles y otras tintas, queda una obra bidimensional que se inicia como nueva propuesta. A partir del reciclaje de las planchas, la artista deriva el procedimiento constructivo de sus pinturas. Del agregamiento de papeles colocados en superficies nace el cuerpo pictórico. Los trabajos que realiza con este método, se proyectaran en grandes formatos sobre madera y sobre tela. En ellos se revela la ensambladura abigarrada del papel superpuesto utilizada para siluetar el cuerpo humano, y las tintas litográficas, usadas para cubrir toda la superficie, homogeneizando cromáticamente la figura y el fondo. Una compacta masa texturada constituye la piel de la obra: un tupido tejido de retazos en una resistente encostradura que elimina el pigmento y las sombreaduras de la pintura tradicional.

PICTORIALIDAD VS “COLLAGE”

La pintura de Gloria Fiallo rompe contra la metódica pictórica. La obra elimina toda pictórialidad; las funciones expresivas del pincel, del pigmento, de las gradaciones cromáticas, de efectos lumínicos, de las valoraciones tonales, se trasmutan por un proceso constructivo de adición y de encolamiento, a través de un “collage” de papel y de entintado litográfico. La obra nace de la disolución de imágenes originales desgarradas n retazos y del entrecruzamiento aleatorio de fragmentos, en una alteración intencional de la superficie; en el énfasis de la grieta, de la protuberancia, del relieve. Se establece aquí un 2collage” particular que designa otra operativa diferente a la de los fundadores del procedimiento. Picasso, Braque, Juan Gris, fundan una escena de imágenes superpuestas donde domina todavía en la superficie, el trazo del creyón y el “ trompe l oeil”; igualmente, el recorte utilizado no es desgarrado y respeta las modulaciones de la imagen impresa. Fiallo al contrario, rasga abruptamente las imágenes cortándolas en las zonas más signicas y dando a los bordes, diferentes y azarosas modulaciones. De tal manera, encontramos imprevistamente en la corporeidad de una figura, el segmento de un ojo que se entremezcla con el segmento de un animal o de una pierna, que a su vez se mezclan con diferentes diseños de papel tapiz: una mixtura intelectual, de gruesa capa, se constituye para formar la masa o “carne” de los cuerpos.

La obra se inscribe dentro de las nuevas modalidades del arte venezolano; revela un complicado proceso constructivo de imágenes-fragmento que descontextualizadas y reinsertadas en distintos conjuntos, forman la corporeidad anatómica de la figura. Desde la colografía, la artista realiza un inventivo proceso que instaura otra categoría para la pintura: “pintura” con ensamblamiento de papel desde donde un emplazamiento subterráneo a la tradición se deriva, una audacia que se traduce en la reinversión de los polos de procedimiento hacia la hiperxpresividad de la materia.

La obra tiene una imagen fundamental y reiterativa: el cuerpo humano, mostrando el segmento de los genitales de una manera directa. Una figura humana constante, de contornos contracurvos. Un torso sin extremidades que danza, gira, se torsiona; que se estira o se abre, en permanente movimiento. Seres neutros, sin rostro, que connotan una identidad a través de su sexo; un continente gravitante de lo masculino, de lo femenino; son seres ajenos a sí mismos, en la sola identidad de su definición genotípica. El falo o la vulva se vuelven los signos connotantes. Del cuerpo, es solo un segmento lo que la artista encuadra, para el ángulo de visión, de la figura monumental que se asoma desde la profundidad del cuadro, es el foco connotado del sexo. Frases o palabras impresas, superpuestas sobre las figuras, complementan los sentidos sígnicos de la escena y enriquecen los lenguajes discursivos. ¿Hombre o mujer indistintos y repetitivos? ¿Cuál Emplazamiento plantean estos cuerpos? ¿A que remite su franqueza? ¿A qué desnudez materica? ¿La frontalidad impúdica de su genitalidad? Hay una Subyacente “mise en question”: es la condición del sexo, sin anécdota, presentando en una desnudez cruda y sin ambages, en una afirmación de la existencia ineludible de ese universo negado que vivimos, de ese segmento cuasi divino –eros como fusión de cuerpos en la ruptura del orden y en la irrazon, ligado a la experiencia interior y a los estados limite- al que una mayoría le huye o solo busca furtivamente en los recónditos secretos de una habitación oscura, guardando silencio ante sí mismo y manteniendo el acto fuera del campo de la conciencia. Como lo afirma Bataille: “el deseo y la fusión de los cuerpos es un acto encajado entre interdicto y transgresión”. (El erotismo, Tusquets, 1.982). la sexualidad es un continente “refoule” de nuestra cultura occidental y de la cristiandad. Si Freud abrió una primera grieta a estas resistencias todavía permanecemos suscritos al interdicto. El sexo y los órganos sexuales permanecen aún ligados a lo noción del mal. El cristianismo y la cultura occidental velan por la no transgresión del interdicto. La interdicción religiosa o social subyace en la base de esta sociedad. Negación resistencia, son colaterales restrictivos de la conducta erótica. Sexualidad contenida, sexualidad vergonzante, constituyen los ejes estructurales del interdicto. Sexo y seducción, combatidos en la perspectiva religiosa, son considerados actos corrompidos. Prohibición de la desnudez, prohibición del órgano genital visible, prohibición de conjunción pública, son aspectos de la violencia de la razón, al orden y al estereotipo ordenador; son el exceso que depara la restricción que destruye la acción racional y desencadena las pulsiones inconmensurables de los cuerpos. Desde este punto de vista, la transgresión es un acto conflictivo que traspasa los límites y la prescripción, transformándose en un aspecto de violencia punible.

En la omnipresencia ampulosa de los sexos, en la exaltación del cuerpo-sexo, la obra revoca el interdicto. En la violencia de la genitalidad, pone en tela de juicio al estereotipo y su constricción; revisa la condición oculta del ser humano, el marea rechaza o escondida de su sexo. La obra es paradigma sexual, discurso del sexo, en la proliferación de sus figuras segmentarias: vulva, falo glúteos, senos son los signos en el hiperrealismo del goce.

¿En la visión de los cuerpos que se representan en los trabajos de Fiallo, es el cuerpo gimnástico, amputado de sus extremos, que se concentra en una coreografía del órgano, en una dancística exhibicionista, en la orgánica de su hipermateria; el cuerpo, como un tejido de declaraciones implícitas, que insertan entre paréntesis nuestra libido? Figuras paradigmáticas que destituyen un orden y emplazan una situación. Esto nada tiene que ver con la obscenidad ni menos aun con pornografía, que se definen en el intercambio fraudulento y la contractibilidad mercantil. Es una obra que enuncia el carácter genérico del ser humano en su cristalización genital; una obra estructural en su eficaz realización constructiva que despliega lo ínfimo, lo íntimo, afirmando la práctica del detalle, del segmento, donde el órgano sexual es el sitio del absoluto. En la anatomía como destino de ellos, su fundamentalidad biológica lo predomina. La alternativa del placer en la confrontación del ojo con la física del órgano; discurso anatómico de la refracción de las zonas erógenas, en el destino del deseo, que es también deseo de los otros, en el proceso circular de las formas energéticas.

Son cuerpos emblemáticos que disciernen metáforas, cuerpo-eros en el personaje de su propia seducción; cuerpo-genital, en la violencia de su propio sexo. Obra continente del deseo y la fusión, que es objeto y sujeto a la vez, porque representa y refleja en el, una lógica de la identidad, la otra imagen –la muestra- en espejo. Sujeto proyectivo, en el, yo, tu, el, nosotros, que se reitera constantemente en cada cuadro, donde circulan todos los fantasmas, todos los imaginarios. Discurso de la esencia, donde el topos es el homo eroticus…..Cuerpo que es la escritura del ser, en el sexo que subvirtiendo el orden aviva los intersticios de la moral. Intensidades libidinales se desencadenan en la mirada oblicua (reprimida) del espectador. Soberanía de la seducción.

EROS Y SER

Se mantiene la constante repetitiva del cuerpo humano en cada cuadro. Figuras en desdoblamientos continuos, seres sin connotaciones – a excepción de sus sexos-, que en la indiferencia y en la desposesión, aparecen solo confrontados consigo mismos. Sin llegar a tocarse los unos a los otros, distantes en su alteridad, uno en cada cuadro, conforman una multitud anónima e indistinta. Las figuras flotan ingrávidas en los espacios de los fondos vacios. La masa compacta corporal se perfila contra ese impalpable territorio expropiado. Cuerpos homoeróticos, en soliloquio amoroso; cuerpos contiguos que se agitan sin tocarse. No se trata aquí de una historia de amor ni de un interjuego de sentidos vincúlativos. Son cuerpos despojados en los que parece revelarse otra condición ontológica: la soledad intrínseca a la condición humana, la discontinuidad implícita en la vida. La artista ha conjugado dos valencias metafóricas que se enlazan la una en la otra: soledad y eros en el continente del cuerpo. Como explica Bataille desde la discontinuidad de la vida, el hombre enfrenta a la muerte con su conducta erótica; en su aislamiento existencial, la fusión de cuerpo constituye la disolución de su soledad. El acto erógeno rompe la estructura individual permitiendo la continuidad del ser en el otro. Es el erotismo planteado como experiencia interior.

EL NEOPOP- LA OBRA ACTUAL-

LA FRAGMENTACION
LA REPETICION
LA SERIALIZACION

Gloria Fiallo usurpa las categorías de la obra moderna trasvasando sus límites. Su obra parte de la fragmentación, la repetición, la serialización de la imagen en una retoma de las categorías del “neo pop”, en una práctica posmoderna. Los cuerpos se conformas en pedazos los unos separados de los otros, dejando traspasar entre las partes el fondo vacio. Torsos, piernas, manos, se representan inconexos unos con otros, al extremo en algunos casos, de deshacerse “la gestalt” de la figura, percibiéndose sólo un mapa abstracto de segmentos. En otros trabajos, el torso sin extremidades, cambiando inesperadamente de escala, se compacta de tal manera, que semeja otras figuras: una flor de liz, caligrafías japonesas, arabescos gestuales. Es la ambivalencia visual para la disolución del ícono o la pérdida de su identidad lingüística. El signo visual comienza su modulación polisémica.
Los cuadros actuales presentan la imagen invariable del torso sin extremidades, a diferentes escalas, que se repite incesantemente en recuadros que lo enmarcan. Los recuadros varían de número en cada hora, oscilan entre cuatro a ocho recuadros, modificando consecuencialmente la escala y el número de torsos: variando igualmente el formato de los cuadros. La obra se vuelve un interjuego numérico de repeticiones de la misma imagen, en una cita de la operativa de Warhol, en su multiplicación delirante de íconos civilizatorios y del consumo norteamericano, como son: la caja de brillo, la botella de coca cola, la lata de sopa Campbell, Marylin Monroe, Elvis Presley, etc. La creadora serializa los torsos, variando solo el tono cromático de uno de los recuadros. El proceso de repetición y serialización de la imagen produce el vaciamiento de su significado, es decir, el repetir contiguamente un ícono tantas veces produce lingüísticamente la pérdida de su sentido. El ícono descontextualiza y se elimina el referente. Es la tiranía del significante, de la imagen como reverberancia puramente visual- como dice Hall Foster –lo que queda. Es el arte, después de la segunda posguerra, donde se produce tal fenómeno de repetición y serialización en el vaciamiento del signo visual. Gloria fiallo revierte el orden narrativo de la pintura modernista y hace girar a sus imágenes sobre sí mismas en una reberverancia que las vacía.

LA NUEVA VISUALIDAD
LA SOBREIMPRESION GRAFICA

Los iconos civilizatorios, las imágenes impresas, que se producen industrialmente, derivando la obra en un nuevo status de mercancía y capital. Practica que instauran en los sesenta norteamericanos, Warhol, Rauschenberg, o Litchenstein. La obra mayor pasa a ser una impresión serigráfica en repetición de una imagen de propaganda o bien un cuadro en acrílico que imita la visualidad gráfica de los “comics”. La imagen de los “mass-media” repetida al infinito vaciada de sentido significativo, es el nuevo estandarte iconográfico
Del Pop, de la pintura posmoderna. Una imagen sin discurso directo, descontextualizada de su universo, despojada de referente, que se procesa a través de una aproximación grafica, donde domina la visualidad de la tinta difusa y transparente, sin áreas gradadas, colores planos, figuras sin tridimensión.
Gloria Fiallo parte del agregamiento colográfico para su pintura, procede a la manera constructiva del grabado, usando la homogeneidad de las tintas litográficas como planteamiento cromático y eliminando la minuciosidad de la anatomía.
Del “bricolaje” de imágenes impresas con el que están constituidas las partes internas de los cuerpos, surge la hipertextualidad visual, un inmenso juego de ajedrez en el que palabras y figuras se entremezclan en un “potlach” de las más diversas agregaduras y multi-referencias. Es el intertexto, la confluencia de multitextos visuales que se destruyen a sí mismos en su entremezclamiento, rompiendo con la lectura lineal del cuadro. La obra se despoja del mensaje directo para usar el recurso metafórico. Las imágenes instauran sus sentidos mediados. La lectura discursiva se trasmuta hacia lectura de metáfora.
Gloria Fiallo desarrolla una obra cada vez más solida que plantea categorías que revierten la pintura modernista

Milagros Bello

1.993