Nota de un lego para el arte de Gloria Fiallo

La relación entre erotismo y poesía es tal que puede decirse sin afectación, que el primero es una poética corporal y que la segunda es una erótica verbal. Ambos están constituidos por una oposición complementaria. El lenguaje – sonido que emite sentidos, trazo material que denota ideas incorpóreas- es capaz de dar nombre a lo más fugitivo y evanescente la sensación: a su vez, el erotismo no es mera sexualidad animal es ceremonia, representación. El erotismo es sensualidad transfigurada: metáfora

Octavio Paz La llama doble

La pintura de Gloria Fiallo se ha consagrado como un arte que explora el erotismo, no como una postura tremendista y banal sino como una visión profunda de las complejidades del ser humano. En la contraposición de figuras religiosas, el Cristo crucificado, o una dolorosa, una Virgen en llamas, parece buscar el gesto del éxtasis (místico o profano) al enfrentarlas con unos senos desnudos o unos labios sensuales: hay una razón erótica que trasciende toda anécdota. Imagino que esta es la razón del arte de Gloria Fiallo.

Vieja es la historia del erotismo y de su relación con el arte. Muchos escritores en muy diversos tiempos se han lanzado a esos profundos océanos. Pocos, no obstante, lo han hecho con la erudición humanística y la dimensión poética de Octavio Paz en la llama doble y en otros diversos textos, como: Conjunciones. Paz vislumbra la relación entre el erotismo y el mundo religioso platonismo y cristianismo, lo que el gran escritor mexicano define como “el fuego original y primordial”, o sea la sexualidad, que “levanta la llama roja del erotismo y ésta, a su vez, sostiene y alza otra llama, azul y trémula: la del amor. Erotismo y amor: amor la llama doble de la vida”

Amor y erotismo dividieron también a filósofos y pensadores. En uno de sus mejores ensayos, el escritor venezolano Pedro Emilio Coll analiza lo que pensaba Juan Jacobo Rousseau del amor y de sus relaciones con la civilización. Para el enciclopedista francés el amor perfecto era el de los indios caribes porque hacían el amor como quien estornuda, sin sensualidad y erotismo, o sea sin imaginación y sin detenerse en una sola mujer. Es posible que Rousseau estuviera equivocado en cuanto a los caribes. Si bien los indios venezolanos eran extremadamente primitivos, no cabe duda de que en las culturas prehispánicas incaicas el arte erótico ofrece una de las más ilustrativas lecturas y muestra cómo el mujeriego y sensual Rousseau no decía la verdad. Si del erotismo es el reino de los humanos nos aventuramos al reino animal, basta disfrutar del ceremonial amatorio de las tortugas, del tormentoso rechinar de los caparazones, tan singularmente descrito por el incomparable Italo Calvino en su novela Palomar

500 años después de los incas y de sus maravillosas cerámicas, el erotismo en el arte parece confrontar el tabú que siempre lo rodeo. Nada más falso que el puritanismo y, sin embargo, nada más poderoso. Allí radica la antigua batalla entre el amor y el deseo. Cuando Gloria fiallo aborda el erotismo lo hace, por tanto, por una razón que trasciende el gesto de pintar y de confrontar o yuxtaponer unas imágenes con otras imágenes no como sustitución o como representación, sino como contemplación de una idea a través del juego de los contrarios. Navegar contra la corriente puede a veces ser una aventura, pero sin duda y al propio tiempo, es un ejercicio de personalidad, de convicción de pasión por el ser. No solo la intrepidez hace admirable su pintura. también la confirman su calidad, su sutileza y su imaginación

Simón Alberto Consalvi

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